Cómo estás? Natural o sintéticamente feliz?

Hace unas décadas la felicidad era un tema solo discutido por filósofos y poetas.  Luego los sicólogos empezaron a estudiar las emociones, y en particular la felicidad. Hoy se han unido al grupo los neurocientíficos y los economistas.  Así que se puede hablar de la ciencia de la felicidad.
Que algo sea científico implica que pueda ser medido bajo métodos «científicos». En un artículo de HBR, al ser cuestionado sobre la validez que tiene medir algo tan subjetivo como la felicidad, Daniel Gilbert (autor de Stumbling on Happiness) lo explica de una forma muy sencilla. Dice que es como cuando vas al oculista y te prueban varias lentillas.  Cada vez que te ponen una, tu reportas la experiencia: mejor, peor, borroso, nítido!  Y con ese «dato» te hacen los lentes con los que ves perfectamente.  Plantea que lo que las personas reportan en el momento de la experiencia es una muy buena aproximación de la realidad.
En otras palabras, la respuesta a la pregunta que más frecuentemente hacemos, «Cómo estás?» es la descripción más real del estado de felicidad de una persona. Y la hacemos muchas veces sin realmente escuchar la respuesta.
O sea que, preguntar «Cómo estás?» a muchas personas muchas veces le permite a los científicos medir el grado de felicidad de ese grupo de personas, empleados o ciudadanos.  Igual es posible usar resonancia magnética para ver el flujo de sangre en el cerebro, o electromiografía para medir la actividad de los músculos de la sonrisa, pero eso solo es más costoso y el resultado de preguntarle a la gente resulta exactamente el mismo.
Si queda la duda de la validez del método «Cómo estás?» en función de la subjetividad de la respuesta–porque  en una escala del 1 al 10,  mi 5 puede ser tu 7–,  entonces Gilbert ofrece otra simple explicación. Si le mides la temperatura a un grupo de enfermos de gripe y a un grupo de sanos, la temperatura de los enfermos va a estar más alta que la de los sanos, aunque el termómetro sea chino.  Mientras se mida a mucha gente, para fines de los científicos, los resultados son válidos.
Qué han descubierto preguntando tanto estos científicos?
Por un lado, lo que ya sabíamos: las personas que están en buenas relaciones románticas son más felices que las que no lo están.  Las personas sanas, las que van a la iglesia y las ricas son más felices que las enfermas, las que no van a la iglesia y las que son pobres.  Pero también descubren algunas sorpresas. Mientras todas esas cosas sí hacen felices a las personas, asombra qué tan poco importa cada una de ellas.  Una nueva casa o una nueva pareja te harán más feliz, pero no por mucho tiempo.  Las personas no somos muy buenas para predecir lo que nos hará felices y por cuánto tiempo.  Creemos que las cosas buenas nos harán más felices de lo que en realidad nos hacen, y que las malas nos harán más infelices de lo que en realidad nos hacen.  Celebramos lo bueno por un ratico y sufrimos lo malo por otro más.  Y seguimos adelante porque tenemos una gran capacidad de recuperación.
Suena difícil de creer cuando una persona que ha pasado 37 años en la cárcel sale y dice: «no tengo un minuto de lamento, fue una experiencia gloriosa». Mi hija diría «qué mentira!»  Y hasta a mi me tienta decir: «jablador«. Gilbert explica lo siguiente.  El nylon es real; solo que no es natural. La felicidad sintética es perfectamente real; solo que es «hecha por el hombre», que es lo mismo que decir por la mente. La felicidad sintética es la que producimos cuando no tenemos lo que queremos.  La felicidad natural es la que sentimos cuando obtenemos lo que deseamos. Tienen orígenes distintos, pero una no es obviamente más real que otra.  En otras palabras que escuché recientemente, «la realidad más grande es la percepción».
Nunca dirías: «si pierdo todo mi dinero y mi familia encontraría una forma de ser tan feliz como ahora». No lo crees, pero la encontrarías, dicen los científicos.
Si todavía no le creo a esta gente, sí me siento invitada a hacerme una pregunta muchas veces: «Cómo estoy?»
Si estoy naturalmente feliz será bueno saberlo, y agradecerlo.  Muchas veces no lo sabemos; otras veces lo sabemos, pero no lo agradecemos.
Si descubro que no estoy feliz, sabré que tengo la capacidad de hacer «a mente» un poco de felicidad sintética al buscar una razón para sentirme mejor y más feliz.  Dicen los científicos (americanos ellos) que funciona, y además es gratis.
Visto de esta manera, natural o sintéticamente, me sentiré feliz.
Me gusta esa ciencia.

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